Fragmento del libro: “Educación y Espiritualidad” 2005
Necesitamos entrar a una nueva etapa en el desarrollo de la humanidad. Durante los últimos 400
años los objetivos de las sociedades fueron objetivos de desarro-llo externo, como obtener mejores
máquinas, construir ciudades bien planeadas, tener mejores carreteras, conquis-tar la naturaleza.
La sociedad entró con un proyecto de control del universo externo y se olvidó en gran parte de
su propio mundo interior subjetivo. Esto trajo una serie de anomalías y problemas que hoy para
nosotros resultan muy evidentes. La prioridad en este momento ya no es el desa-rrollo tecnológico
porque es suficiente con el que tenemos, la prioridad humana es hacia el desarrollo de la propia
conciencia, hacia el desarrollo espiritual. Debemos pregun-tarnos cómo estamos como humanidad,
como familia humana; nos hemos olvidado de nuestro desarrollo espiritual por siglos y es necesario
volver a tomar el interés por nosotros mismos.
La nueva sociedad será sustentable con una cultura emergente basada en un nuevo entendimiento de nuestro lugar en el kosmos, con nuevas estructuras sociales y, por lo tanto, necesitamos una nueva educación que sea afín a esa nueva sociedad, que eduque para la vida y la paz a un nuevo tipo de ser humano. En todo este proceso de cambio la espiritualidad tiene un papel central, lo cual significa un enorme reto para nuestra racionalidad instrumental, porque una de las cosas que más fueron reprimidas por la sociedad científico-industrial y por el cientificismo fue precisamente la espiritualidad. Según las ficciones del reduccionismo, del empirismo, del materialismo, aquello que no podía ser aprendido por los sentidos no existía, de tal manera que una de las cosas más fuertemente rechazadas fue la vida interior, todo lo que no podía ser medido, cuantificado o estudiado por las ciencias físicas, y ello incluía la espiritualidad.
La espiritualidad tampoco puede reducirse a lo paranormal. Algunos educadores
tratan de definir la espiritualidad asociándola a lo paranormal. Sin embargo, independiente-
mente de que sean reales o no, fenómenos como la telepatía, la clarividencia, la levitación, no
son, en sí mismos, el objetivo de la vida espiritual. Tener la capacidad de levitar o no levitar
no nos da orden interno, no nos da la libertad ni nos da amor incondicional. Aunque lo paranormal sea interesante y pudiera ser real no es lo mismo que lo espiritual. Esto ha sido
claramente señalado a través de la historia por prácticamente todos los grandes maestros es-
pirituales. Aun más, han sugerido mucha precaución para todas aquellas personas que están
en una búsqueda sincera de sí mismos para que estén alertas a la propia vanidad y no busquen
poderes paranormales. Estos consejos están en todas las grandes tradiciones, porque pueden
fortalecer ilusiones muy sutiles, se puede engran-decer nuestro propio ego.
La espiritualidad es la necesidad de pertenecer a una totalidad mayor, de relación
con la totalidad, de cone-xión universal. La espiritualidad no depende de la riqueza o la
pobreza económica. Algunos educadores creen que para poder entrar en la vida espiritual primero necesitamos tener cierta riqueza material, tener automóvil, casa o cosas así, pero real-
mente el confort no nos conduce a la espiritualidad. La idea de tener satisfechas primero las
necesidades básicas como prerrequisito para la espiritualidad es una idea equivocada y pelig-
rosa porque puede llevar a creer que los grupos humanos que no tienen riqueza material son
seres antiespirituales y que las comunidades que tienen riqueza económica y tecnológica tiene
seres muy espirituales. En realidad no hay una relación de causa y efecto entre la vida espiritual
y la riqueza o la pobreza material. Es un mito la idea de que primero necesitamos tener riqueza
material para luego desarrollar la espiritualidad. Los seres espirituales son seres sencillos, son
seres humildes en el sentido de que se perciben en una relación de igualdad con todos los
demás. No es necesario tener primero dinero para empezar luego con una vida espiritual.
Un aspecto fundamental del educador holista es lo que llamamos la presencia plena. Un edu-
cador holista lo será no por los métodos que utiliza, ni por los recursos tecnológicos, ni por
el tipo de información que tiene almace-nada en su memoria o por las teorías pedagógicas
que maneja, sino por su orden interno y por su filosofía particu-lar de la vida; por la viven-
cia directa de su propia espirituali-dad. El proceso de autoindagación es fundamental en un
educador holista y conduce a la presencia plena. Un educador holista, antes que nada, debe
tener una presencia plena en la vida. Presencia plena significa estar plenamente presente en la
experiencia inmediata, consciente y alerta de nuestras actividades cotidianas en la comunidad
de aprendizaje, en todo proceso educativo, en el salón de clases, en nuestra relación con los
estudiantes, con los padres, con los demás profesores. Presencia plena es estar totalmente pre-
sente en el proceso de aprendizaje, es estar totalmente abierto a las preguntas, comentarios,
relaciones que establecemos como educadores con nuestra comunidad. Estar totalmente en la
experiencia, estar en una escucha total, percibiendo, sintiendo la totalidad del proceso educa-
tivo. Muchos educadores en la escuela y el salón están presentes físicamente pero mentalmente ausentes, su conciencia queda enredada con los problemas de su casa, de sus hijos, y esto
tiene una implicación enorme porque entonces no escuchan, no se relaciona adecuada-men-
te con sus estudiantes.
Esta integridad del conocimiento ha sido fragmentada en el pensamiento occiden-
tal. Por ejemplo, toda la psicología occidental está basada en el dualismo, parte de separar
la conciencia en dos clases: la conciencia psicológica como un darse cuenta y la conciencia
moral como valores. La psicología occidental se construyó sobre la idea de la conciencia psicológica, descartando la conciencia moral por no ser “científica”. Toda la psicología en
general está basada en este dualismo, centrándose exclusivamente en la conciencia psicológi-
ca. Sin embargo, hay ejemplos de psicologías integrales como la budista, donde la conciencia
psicológica y la conciencia moral están integradas, por eso señala la importancia de un co-
rrecto pensar, un correcto actuar; hay una fuerte relación entre la atención plena y la co-
rrecta forma de vida, una conduce a la otra. La práctica de la presencia plena conduce a un
correcto pensar, a un correcto comportamiento. La presen-cia plena lleva a la compasión. La
psicología occidental no incluye una correcta forma de vida, solo se centra en la conciencia
psicológica, si dañas a otros seres humanos causándoles sufrimiento pero no te sientes mal
por ello, no te causa conflicto, entonces eres normal, no importa si haces sufrir a otros, no
importa que tengas actitudes poco éticas, si no te sientes mal puedes continuar con tu vida.
En la visión holista existe la convicción de que dañando a otros dañas tu propio espíritu,
aunque no lo notes.
La espiritualidad es inmanente y trascendente al mismo tiempo. Es la verdad aquí y
allá. Es el nivel superior de la conciencia, el techo de toda evolución, lo que está mas allá de lo
condicionado. Pero al mismo tiempo está en todo, disponible siempre, presente en todas las
cosas. No puede ser de otra manera. La verdad última de la filosofía perenne es la no dualidad
entre el absoluto y sus manifestaciones, entre el cielo y la tierra, entre el ser individual y el ser
universal. Inmanencia y trascendencia, arriba y abajo, subir y bajar, son una sola unidad. La espiritualidad es la percatación de nuestra unión fundamental con todos los seres.
Darnos cuenta que no estamos separados de los demás, que lo que nos suceda a nosotros les
sucede a los demás y que lo que les sucede a los demás nos sucede a nosotros mismos. Inteli-
gencia y amor están totalmente ligados, no se pueden separar. Si no hay amor en nuestro
corazón no tenemos nada, solo cenizas, nos vamos a destruir a nosotros mismos y vamos a
destruir el planeta.
Recientemente el concepto de inteligencia espiritual ha venido a revolucionar
el campo de estudio de las inteligencias. A principios del siglo XX el concepto de inteli-
gencia intelectual fue la gran novedad. Binet impulsó este concepto desarrollando los test
de coeficiente intelectual (C.I.) y la inteligencia se entendió básicamente como una ha-
bilidad intelectual lógico-matemática, una habilidad para el desempeño técnico eficiente.
La inteligencia espiritual está arraigada en la totalidad de lo que somos, en nues-
tra esencia que es el Ser transpersonal. Danah Zohar señala que es la inteligencia con que
afrontamos y resolvemos problemas de significa-dos y valores, la inteligencia con la cual
ponemos nuestras vidas en un contexto más amplio y significativo, es la base necesaria para
el eficaz funcionamiento de la inteligencia intelectual y de la inteligencia emocional.
La inteligencia espiritual no es necesariamente religiosa. No significa seguir necesa-
ramente una tradición religiosa o afiliarse a una iglesia. Es independiente de cultos, rituales o
tradiciones, un sacerdote o pastor con una alta posición en la iglesia puede que tenga una muy
baja inteligencia espiritual, y un ser humano sin afiliación a ninguna religión o iglesia puede
tener una altísima inteligencia espiritual. No existe necesariamente relación alguna entre orga-
nizaciones religiosas e inteligencia espiritual, aunque algunos religiosos creen que incluye la ca-
pacidad de tener fe y creer, pero eso en realidad es una desviación, porque tener fe y creer no es una virtud espiritual, no es algo espiritual, no es algo deseable, porque conduce a una con-
ducta de subordinación a la voluntad de otros. La inteligencia espiritual es luz para uno
mismo. Danah Zohar señala que estudios del psicólogo Gordon Allport demuestran que
la gente tiene más experiencias espirituales fuera de las instituciones religiosas que dentro
de ellas.
Desde el concepto de inteligencia espiritual, la teoría de las inteligencias múltiples
es muy interesante, pero en realidad todos los tipos de inteligencia de los que habla Gardner
son combinaciones de la inteligencia emocional de primer nivel y la inteligencia intelectual
de segundo nivel. En este sentido, la teoría de las inteligencias múltiples es muy buena pero
incompleta, porque se queda en los dos primeros niveles sin reconocer ni trabajar el tercer
nivel que es el nivel más importante e incluyente. Solo desde la inteligencia espiritual, por
ser el nivel superior, se puede entender la holarquia de las inteligencias en los tres niveles
y reconocer la naturaleza y los objetivos de cada nivel. Inteligencia espiritual es la capa-
cidad de resolver los retos de la vida sin crear sufrimiento en los demás ni en uno mismo,
es reconocer y valorar la vida misma. Desde esta visión, un científico con gran capacidad lógico-matemática que trabaja para la guerra, no está siendo espiritualmente inteligente, solo
aquel que puede hacer esta distinción y puede orientar sus acciones en bien de toda la familia
humana puede ser inteligente en un sentido espiritual. La inteligencia espiritual ve la compa-
sión como el valor fundamental de la vida, compasión como el interés genuino y profundo
en el bienestar de todos los seres. La inteligencia espiritual es respeto, amor incondicional y
paz interior y exterior.
La inteligencia espiritual también se caracteriza por la capacidad de ser flexible y
adaptativo, nos permite insertarnos creativamente en diversas situaciones sin chocar con los
demás. Implica una alta autoconciencia, la percatación de uno mismo, la experiencia de testi-
go transpersonal de observar con despego el propio mundo. La inteligencia espiritual celebra
el valor de la paz, nos lleva a rechazar causar daño innecesario a cualquier ser sensible. Es una
capacidad centrada en preguntar “¿Por qué?”, más que preguntar “¿Cómo?”, esta última pre-
gunta es instrumental, aquella es esencial, va al fondo de las cosas, es capacidad indagadora
de la verdad.
•Capacidad de integración holista de la totalidad
La nueva sociedad será sustentable con una cultura emergente basada en un nuevo entendimiento de nuestro lugar en el kosmos, con nuevas estructuras sociales y, por lo tanto, necesitamos una nueva educación que sea afín a esa nueva sociedad, que eduque para la vida y la paz a un nuevo tipo de ser humano. En todo este proceso de cambio la espiritualidad tiene un papel central, lo cual significa un enorme reto para nuestra racionalidad instrumental, porque una de las cosas que más fueron reprimidas por la sociedad científico-industrial y por el cientificismo fue precisamente la espiritualidad. Según las ficciones del reduccionismo, del empirismo, del materialismo, aquello que no podía ser aprendido por los sentidos no existía, de tal manera que una de las cosas más fuertemente rechazadas fue la vida interior, todo lo que no podía ser medido, cuantificado o estudiado por las ciencias físicas, y ello incluía la espiritualidad.
El cientificismo se basó en la idea de que la espiritualidad y la ciencia eran antagónicas, que
eran mutuamente excluyentes. Hoy sabemos que ciencia y espiritualidad más que ser contra-
dictorias pueden ser complementarias.
La espiritualidad no siempre ha sido entendida por todos de manera correcta. Ha sido confundida, a veces, con otros aspectos de la experiencia humana que, si bien pueden tener su valor, no son el núcleo de la espiritualidad. La espiritualidad es entendida como la dimensión y el nivel incondicionado del ser humano, es experimentada como orden interno total, como ausencia de conflicto. La espiritualidad también es experimentada como amor universal y libertad incondicional. La espiritualidad no es personal. La espiritualidad no es un asunto de desarrollo personal porque la espiritualidad trasciende al ego, en sí misma es universal. La espiritualidad no nos hace mas privados sino más universales, menos personales y egocéntricos, nos lleva a interesarnos en el bienestar de todos los seres, no solo en el propio bienestar.
Otro aspecto de la espiritualidad es que no puede ser reducida a creencias religiosas. Creer o no creer en Dios o en lo espiritual o en lo trascendente no tiene relación directa con la espiritualidad, porque la creencia está a un nivel de pensamiento, a un nivel cognitivo y lo espiritual trasciende la dimensión cognitiva en el sentido de raciona-lidad instrumental. La espiritualidad no se basa en creer en creencias religiosas, sino en la experiencia directa de lo trascendente. Tanto el que cree en dios como el que no cree han cometido enormes crímenes. La espiritualidad se mantiene siempre como el contexto más amplio y más general, como el contexto donde encontramos nuestra última entidad, el lugar de asiento de nuestros valores universales perennes.
La espiritualidad no puede reducirse a una catego-ría psicológica. Algunos educado- res han propuesto que la espiritualidad deberíamos pensarla en términos más psicológicos, como pensamientos y sentimientos, pero la vida mental no es la esencia de la espiritualidad; cuerpo, memoria, pensamientos y sentimientos cambian, mientras que la espiritualidad per- manece como aquello a lo que recurrimos como la última fuente en donde encontramos el significado y las respuestas a las preguntas fundamentales de la vida. La espiritualidad trasciende el aparato psíquico de pensamientos y emociones. Podemos tener pensamientos y sentimientos agradables o desagradables y podemos tener imágenes agradables o desagra- dables pero mientras eso cambia nuestro espíritu, nuestra espiritualidad, permanece como nuestra esencia.
La espiritualidad no siempre ha sido entendida por todos de manera correcta. Ha sido confundida, a veces, con otros aspectos de la experiencia humana que, si bien pueden tener su valor, no son el núcleo de la espiritualidad. La espiritualidad es entendida como la dimensión y el nivel incondicionado del ser humano, es experimentada como orden interno total, como ausencia de conflicto. La espiritualidad también es experimentada como amor universal y libertad incondicional. La espiritualidad no es personal. La espiritualidad no es un asunto de desarrollo personal porque la espiritualidad trasciende al ego, en sí misma es universal. La espiritualidad no nos hace mas privados sino más universales, menos personales y egocéntricos, nos lleva a interesarnos en el bienestar de todos los seres, no solo en el propio bienestar.
Otro aspecto de la espiritualidad es que no puede ser reducida a creencias religiosas. Creer o no creer en Dios o en lo espiritual o en lo trascendente no tiene relación directa con la espiritualidad, porque la creencia está a un nivel de pensamiento, a un nivel cognitivo y lo espiritual trasciende la dimensión cognitiva en el sentido de raciona-lidad instrumental. La espiritualidad no se basa en creer en creencias religiosas, sino en la experiencia directa de lo trascendente. Tanto el que cree en dios como el que no cree han cometido enormes crímenes. La espiritualidad se mantiene siempre como el contexto más amplio y más general, como el contexto donde encontramos nuestra última entidad, el lugar de asiento de nuestros valores universales perennes.
La espiritualidad no puede reducirse a una catego-ría psicológica. Algunos educado- res han propuesto que la espiritualidad deberíamos pensarla en términos más psicológicos, como pensamientos y sentimientos, pero la vida mental no es la esencia de la espiritualidad; cuerpo, memoria, pensamientos y sentimientos cambian, mientras que la espiritualidad per- manece como aquello a lo que recurrimos como la última fuente en donde encontramos el significado y las respuestas a las preguntas fundamentales de la vida. La espiritualidad trasciende el aparato psíquico de pensamientos y emociones. Podemos tener pensamientos y sentimientos agradables o desagradables y podemos tener imágenes agradables o desagra- dables pero mientras eso cambia nuestro espíritu, nuestra espiritualidad, permanece como nuestra esencia.
La espiritualidad tampoco puede ser reducida a un desarrollo personal. El desarrollo
personal básicamente es el desarrollo de la persona. Para Carl Jung, la persona es la máscara,
el conjunto de roles, de papeles, de etiquetas sociales que nos hemos puesto o que nos han
puesto. Entonces, quizá el desarrollo personal sea interesante, quizá sea adecuado tener me-
jores modales, poder hablar mejor, poder relacionarse mejor con otros, pero nada de esto es
vida espiritual en sí misma; la vida espiritual trasciende todo esto. Cuando vemos la espiri-
tualidad como una apertura a lo universal nos ayuda a evitar el falso problema de enfatizar el
desarrollo personal o el desarrollo social. Este es un falso problema creado porque tenemos
la idea de que la vida espiritual es individual y nada es más falso que eso. La espiritualidad es
universalidad y no puede haber vida espiritual personal porque la persona es la máscara, es el
ego.
Toda acción social debe estar basada en la genuina espiritualidad, porque es lo que nos da la universalidad del amor incondicional, la fraternidad, compasión y humildad. Por eso la filosofía perenne señala que al final del camino de una transformación espiritual está el servicio desinteresado por toda la humanidad. Necesitamos superar el dualismo entre de- sarrollo personal o desarrollo social. La espiritualidad es sumamente importante porque es la genuina base para indagar las preguntas fundamentales que niños y jóvenes se hacen y nos hacen de manera natural. Todos hemos observado en los niños pequeños o en los ado- lescentes su capacidad para preguntar, estas preguntas son sumamente importantes. En la educación, sin embargo, estas preguntas han sido frustradas por los sistemas educativos y poniendo limites muy estrechos a las capacidades de los seres humanos.
La espiritualidad nos lleva a la percatación de que el conocimiento adecuado del universo que habitamos solo es posible si está relacionado con el propio autoconocimiento, que no es posible tener un conocimiento responsa-ble del universo que habitamos si no nos conocemos a nosotros mismos. Esta es una declaración que va en contra de los paradigmas tradicionales educativos, porque la visión educativa tradicional nos dice que podemos co- nocer el mundo independientemente de si nos conocemos a nosotros mismos; señala que entre más lejos estemos de nuestra propia realidad interior mejor será, que seamos objetivos. Por eso hemos creado un conocimiento sólo instrumental.
Toda acción social debe estar basada en la genuina espiritualidad, porque es lo que nos da la universalidad del amor incondicional, la fraternidad, compasión y humildad. Por eso la filosofía perenne señala que al final del camino de una transformación espiritual está el servicio desinteresado por toda la humanidad. Necesitamos superar el dualismo entre de- sarrollo personal o desarrollo social. La espiritualidad es sumamente importante porque es la genuina base para indagar las preguntas fundamentales que niños y jóvenes se hacen y nos hacen de manera natural. Todos hemos observado en los niños pequeños o en los ado- lescentes su capacidad para preguntar, estas preguntas son sumamente importantes. En la educación, sin embargo, estas preguntas han sido frustradas por los sistemas educativos y poniendo limites muy estrechos a las capacidades de los seres humanos.
La espiritualidad nos lleva a la percatación de que el conocimiento adecuado del universo que habitamos solo es posible si está relacionado con el propio autoconocimiento, que no es posible tener un conocimiento responsa-ble del universo que habitamos si no nos conocemos a nosotros mismos. Esta es una declaración que va en contra de los paradigmas tradicionales educativos, porque la visión educativa tradicional nos dice que podemos co- nocer el mundo independientemente de si nos conocemos a nosotros mismos; señala que entre más lejos estemos de nuestra propia realidad interior mejor será, que seamos objetivos. Por eso hemos creado un conocimiento sólo instrumental.
Otro aspecto de la espiritualidad que se confunde es que el despertar espiritual del
individuo es un hecho aislado que no afecta a los demás. Este es un falso problema realmente
porque la conciencia humana es común a toda la humanidad. Actualmente se están teniendo
evidencias científicas de que cuando un miembro de una especie aprende algo nuevo o se
transforma, afecta a todos los demás miembros de la especie; el despertar espiritual de un
solo ser humano tiene efectos positivos para el resto de la humanidad. El trabajo de Rupert
Sheldrake apoya este punto de vista; sus resultados, hasta este momento, son muy interesantes.
Según su teoría, si una paloma o un mono aprende una habilidad, habrá una tendencia de que
todos los demás monos o palomas, no nada más en el entorno inmediato, sino en todo el pla-
neta, aprenden esa misma habilidad. De la misma forma, el despertar genuino de un solo ser
humano afecta a toda la humanidad, aunque este individuo se encierre en un cuarto y no vea a
nadie, aunque se suba a una colina, su despertar está afectando a toda la humanidad. El genu-
ino despertar espiritual de un individuo no está desligado de la evolución de la humanidad, su
propia transformación irremediablemente afecta a todos. Y al contrario también, si una sola
persona se degenera o tiene aprendizajes destructivos también está afectando a la humanidad.
Es decir, somos total y absolutamente interdependientes.
La Filosofía Perenne señala que, a través de la historia de la humanidad, ha existido
un corazón místico de enseñanzas fundamentales acerca del espíritu. Este conjunto de ense-
ñanzas ha sido perenne, ha estado presente en todas las culturas a través del tiempo. Esta
sabiduría espiritual ha estado presente a través de toda la historia de la humanidad, ha sido
constante. A veces emerge de manera sobresaliente, otras veces se oculta, dependiendo de las
condiciones sociales y culturales de la época. El tema de la filosofía perenne es la experiencia
espiritual directa, su naturaleza y sus condiciones.
La espiritualidad es transracional. La espiritualidad trasciende la razón, no la re- prime, no la rechaza. Esto quiere decir que el hombre espiritual es razonable pero va más allá de la razón. Aquí es donde el concepto de inteligencia espiritual es importante. Hay una basta experiencia humana más allá de la razón y el lenguaje que no es experiencia regresiva o psicótica sino experiencia espiritual de la más alta inteligencia.
La espiritualidad es amor universal. El amor universal es central porque el cono- cimiento es importante pero nunca suficiente para un comportamiento responsable. El con- ocimiento en sí mismo no nos hace mejores personas, por eso tenemos que ir más allá del conocimiento, tenemos que entrar a una dimensión que trascienda el conocimiento, la razón y el lenguaje. El amor universal es la puerta de la trascendencia del mundo espiritual. Qué sentido tiene para una sociedad como la actual, basada en una conciencia depredadora, ge- nerar más conocimientos si este conocimiento va a ser usado para la destrucción de nosotros mismos y de nuestro planeta, de qué nos sirve tener más tecnología, si este conocimiento va a ser usado para destruirnos a nosotros mismos. Es necesario redefinir el papel del cono- cimiento y ponerle sus justos límites.
El conocimiento debe responder al precepto de que todo conocimiento debe ser usado para el bien común, el conocimiento holista es inseparable de una dimensión espiri- tual. El conocimiento holista no viene desligado del bien común, no se concibe como una transmisión de técnicas o métodos para que sean usadas como ustedes quieran. El cono- cimiento holista viene ligado a una orientación que honra la vida en la tierra, a una orien- tación de gratitud por la vida, con un sentido de compasión hacia todos los seres. Sólo en- tonces podemos decir que hay un genuino despertar de la inteligencia.
La espiritualidad es transracional. La espiritualidad trasciende la razón, no la re- prime, no la rechaza. Esto quiere decir que el hombre espiritual es razonable pero va más allá de la razón. Aquí es donde el concepto de inteligencia espiritual es importante. Hay una basta experiencia humana más allá de la razón y el lenguaje que no es experiencia regresiva o psicótica sino experiencia espiritual de la más alta inteligencia.
La espiritualidad es amor universal. El amor universal es central porque el cono- cimiento es importante pero nunca suficiente para un comportamiento responsable. El con- ocimiento en sí mismo no nos hace mejores personas, por eso tenemos que ir más allá del conocimiento, tenemos que entrar a una dimensión que trascienda el conocimiento, la razón y el lenguaje. El amor universal es la puerta de la trascendencia del mundo espiritual. Qué sentido tiene para una sociedad como la actual, basada en una conciencia depredadora, ge- nerar más conocimientos si este conocimiento va a ser usado para la destrucción de nosotros mismos y de nuestro planeta, de qué nos sirve tener más tecnología, si este conocimiento va a ser usado para destruirnos a nosotros mismos. Es necesario redefinir el papel del cono- cimiento y ponerle sus justos límites.
El conocimiento debe responder al precepto de que todo conocimiento debe ser usado para el bien común, el conocimiento holista es inseparable de una dimensión espiri- tual. El conocimiento holista no viene desligado del bien común, no se concibe como una transmisión de técnicas o métodos para que sean usadas como ustedes quieran. El cono- cimiento holista viene ligado a una orientación que honra la vida en la tierra, a una orien- tación de gratitud por la vida, con un sentido de compasión hacia todos los seres. Sólo en- tonces podemos decir que hay un genuino despertar de la inteligencia.
El despertar espiritual no depende del tiempo ni del conocimiento. No por realizar
durante una gran cantidad de años algún tipo de práctica espiritual seremos más espirituales;
no hay una relación causal directa. El despertar espiritual puede suceder en poco o mucho
tiempo, lo importante es la sinceridad del buscador, es relativa al tiempo que invertimos
en ella. Algunas personas tienen discernimientos profundos en poco tiempo, otros tardan
mucho más, y algunos nunca la tienen. Esta independencia del tiempo hace que la espirituali-
dad, así como puede estar a gran distancia puede también estar disponible en cada momento
de nuestra vida. Lo mismo se aplica al conocimiento, no por leer muchos libros de budismo
nos convertimos en un Buda. Hay grandes eruditos que no son compasivos y lo contrario
también sucede, gente que no tuvo estudio formal y son grandes seres espirituales. De hecho,
los grandes maestros espirituales nunca fueron académicos, intelectuales o tuvieron algún
tipo de formación universitaria, trascendieron todo eso y conocieron directamente lo más
importante: su propia naturaleza espiritual.
La espiritualidad es el último contexto de significado disponible siempre para re- gresar a él cuando tenemos dilemas graves en nuestra existencia. Es donde encontramos las respuestas fundamentales a nuestra existencia. El despliegue de la espiritualidad es el des- pliegue de la conciencia universal, por eso toda acción deberá partir de un orden interno porque si nuestra acción surge de un desorden en nuestra conciencia va a ser una acción desordenada. Esto significa actuar desde la inteligencia, y esta acción es universal.
La espiritualidad es el último contexto de significado disponible siempre para re- gresar a él cuando tenemos dilemas graves en nuestra existencia. Es donde encontramos las respuestas fundamentales a nuestra existencia. El despliegue de la espiritualidad es el des- pliegue de la conciencia universal, por eso toda acción deberá partir de un orden interno porque si nuestra acción surge de un desorden en nuestra conciencia va a ser una acción desordenada. Esto significa actuar desde la inteligencia, y esta acción es universal.
El amor es la experiencia de la totalidad, es una conciencia que experimenta un sen-
tido de pertenencia y de conexión con el kosmos, es una experiencia donde la identidad se
expande a lo universal. El amor, en su forma más pura, es compasión universal. Compasión
significa un interés ilimitado e incondicional en el bienestar de todos los seres. La compasión
se expresa en el ideal del bodhisatva que renuncia a entrar en el nirvana hasta que primero to-
dos los seres se hayan iluminado. Decide regresar al mundo a ayudar a la evolución de toda la
existencia. El bodhisatva dice: “Entren ustedes primero al nirvana, yo me espero al último”.
La compasión es un deseo ilimitado por aliviar el sufrimiento de los demás.
Algunas personas me ha preguntado: “Bueno ¿la espiritualidad para qué sirve?” La espiritualidad sirve para todo. Sirve para vivir responsablemente, para estar de manera cre- ativa y plena en la sociedad. La espiritualidad hace a los seres humanos pacientes, abiertos, accesibles, comprensivos, creativos. La presencia plena en la sociedad significa, más que una participación activa, una no complicidad. Sin negar la participación social, la visión holista va en un sentido más honesto e inteligente, existe la percatación de que muchos de los pro- blemas fundamentales de la sociedad existen porque somos cómplices de ellos, se sostienen por nuestra complicidad. Una de las formas de acción más inteligentes es la no acción. El taoísmo es el arte de la no acción. La no acción, en muchos casos, es la mejor acción. Ponga- mos el siguiente ejemplo, supongamos que nadie asistiera ni fuera cómplice de las corridas de toros, qué pasaría con las corridas de toros, seguramente se acabarían inmediatamente. De esa misma manera podemos acabar con muchos problemas sociales. Si nadie fuera cómplice de alimentos “chatarra” se acabarían porque nadie los consumiría. Entonces, muchos de los vicios, de los problemas de la sociedad, son sostenidos por el problema de la complicidad. La actitud de no complicidad ha estado presente en muchos maestros espirituales como una acción inteligente. No interpreten esto como pura pasividad porque la acción activa también forma parte de la vida y debemos buscar el equilibrio entre las dos, lo que sucede es que ten- emos que usar la inteligencia espiritual para saber cuándo debemos actuar y cuándo la mejor acción es la no complicidad.
Algunas personas me ha preguntado: “Bueno ¿la espiritualidad para qué sirve?” La espiritualidad sirve para todo. Sirve para vivir responsablemente, para estar de manera cre- ativa y plena en la sociedad. La espiritualidad hace a los seres humanos pacientes, abiertos, accesibles, comprensivos, creativos. La presencia plena en la sociedad significa, más que una participación activa, una no complicidad. Sin negar la participación social, la visión holista va en un sentido más honesto e inteligente, existe la percatación de que muchos de los pro- blemas fundamentales de la sociedad existen porque somos cómplices de ellos, se sostienen por nuestra complicidad. Una de las formas de acción más inteligentes es la no acción. El taoísmo es el arte de la no acción. La no acción, en muchos casos, es la mejor acción. Ponga- mos el siguiente ejemplo, supongamos que nadie asistiera ni fuera cómplice de las corridas de toros, qué pasaría con las corridas de toros, seguramente se acabarían inmediatamente. De esa misma manera podemos acabar con muchos problemas sociales. Si nadie fuera cómplice de alimentos “chatarra” se acabarían porque nadie los consumiría. Entonces, muchos de los vicios, de los problemas de la sociedad, son sostenidos por el problema de la complicidad. La actitud de no complicidad ha estado presente en muchos maestros espirituales como una acción inteligente. No interpreten esto como pura pasividad porque la acción activa también forma parte de la vida y debemos buscar el equilibrio entre las dos, lo que sucede es que ten- emos que usar la inteligencia espiritual para saber cuándo debemos actuar y cuándo la mejor acción es la no complicidad.
Más recientemente surgió el concepto de inteligencia emocional, Daniel Goleman fue el
gran promotor argumentando que tenía una importancia igual que la inteligencia intelec-
tual ya que las emociones equilibradas nos permiten pensar mejor. Ahora ha surgido una
tercera inteligencia que engloba a las dos anteriores y las supera, convirtiéndose en el centro
del desarrollo para todos los campos de la experiencia humana: la inteligencia espiritual.
La inteligencia espiritual es la más importante de las tres, además es exclusivamente humana. Mientras que animales y computadoras muestras evidencias de inteligencia emo- cional e intelectual, la inteligencia espiritual es de exclusividad humana. La inteligencia emo- cional está arraigada en nuestro cuerpo biofísico, depende de nuestros instintos, sentimien- tos, pulsiones, hormonas, etc., para dar una respuesta emocional aceptable a una situación particular. Los animales también muestran inteligencia emocional. Para lograr atrapar su presa, un tigre necesita ser silencioso, esperar la oportunidad, posponer la satisfacción, atacar en el momento indicado. Existen también situaciones humanas negativas que muestran una alta inteligencia emocional. Por ejemplo, los casos de asaltantes, en los cuales se requiere controlar las emociones para poder efectuar el asalto a un banco; o el caso de un defraudador que requiere estar tranquilo aun sabiendo su acto indebido. Esto significa que la inteligencia emocional no otorga dirección moral o ética a la conducta, solo capacita para el control emocional de la situación pero sin alcanzar a ver el sentido o significado global de la misma. Por otra parte, la inteligencia intelectual está arraigada más a nivel del cerebro, depende de la racionalidad instrumental, procesos lógicos, memoria, cogniciones, etc., para dar una re- spuesta intelectual eficiente al control técnico del mundo. Especialmente las computado- ras también muestran muchos de estos elementos, pues pueden efectuar gran cantidad de operaciones analíticas, incluso más rápido que el ser humano. Existen también situaciones humanas negativas que muestran una alta inteligencia intelectual; quizás los ejemplos más evidentes sean los que se dan en el uso de la ciencia para propósitos de guerra, la cantidad de inteligencia intelectual necesaria para dirigir un ataque militar contra Irak es igual o superior que el que se requiere en medicina para salvar una vida humana; invadir un país militarmente requiere un altísimo grado de inteligencia intelectual; los sofisticados aparatos, las computa- doras, los cálculos matemáticos para dirigir los mísiles, etc., requieren altos niveles de C.I. Tampoco la inteligencia intelectual otorga dirección moral o ética a la conducta, no tiene sensibilidad humana, solo capacita para la eficiencia instrumental del desempeño, pero no tiene capacidad de comprensión global de la situación, no puede ver desde afuera y desde arriba el sentido moral de la circunstancia.
La inteligencia espiritual es la más importante de las tres, además es exclusivamente humana. Mientras que animales y computadoras muestras evidencias de inteligencia emo- cional e intelectual, la inteligencia espiritual es de exclusividad humana. La inteligencia emo- cional está arraigada en nuestro cuerpo biofísico, depende de nuestros instintos, sentimien- tos, pulsiones, hormonas, etc., para dar una respuesta emocional aceptable a una situación particular. Los animales también muestran inteligencia emocional. Para lograr atrapar su presa, un tigre necesita ser silencioso, esperar la oportunidad, posponer la satisfacción, atacar en el momento indicado. Existen también situaciones humanas negativas que muestran una alta inteligencia emocional. Por ejemplo, los casos de asaltantes, en los cuales se requiere controlar las emociones para poder efectuar el asalto a un banco; o el caso de un defraudador que requiere estar tranquilo aun sabiendo su acto indebido. Esto significa que la inteligencia emocional no otorga dirección moral o ética a la conducta, solo capacita para el control emocional de la situación pero sin alcanzar a ver el sentido o significado global de la misma. Por otra parte, la inteligencia intelectual está arraigada más a nivel del cerebro, depende de la racionalidad instrumental, procesos lógicos, memoria, cogniciones, etc., para dar una re- spuesta intelectual eficiente al control técnico del mundo. Especialmente las computado- ras también muestran muchos de estos elementos, pues pueden efectuar gran cantidad de operaciones analíticas, incluso más rápido que el ser humano. Existen también situaciones humanas negativas que muestran una alta inteligencia intelectual; quizás los ejemplos más evidentes sean los que se dan en el uso de la ciencia para propósitos de guerra, la cantidad de inteligencia intelectual necesaria para dirigir un ataque militar contra Irak es igual o superior que el que se requiere en medicina para salvar una vida humana; invadir un país militarmente requiere un altísimo grado de inteligencia intelectual; los sofisticados aparatos, las computa- doras, los cálculos matemáticos para dirigir los mísiles, etc., requieren altos niveles de C.I. Tampoco la inteligencia intelectual otorga dirección moral o ética a la conducta, no tiene sensibilidad humana, solo capacita para la eficiencia instrumental del desempeño, pero no tiene capacidad de comprensión global de la situación, no puede ver desde afuera y desde arriba el sentido moral de la circunstancia.
La inteligencia espiritual es capacidad de trascendencia, capacidad de hacer las cosas co-
tidianas con un sentido de lo sagrado, usar recursos espirituales en problemas prácticos, capa-
cidad de actuar con conducta virtuosa basada en la gratitud, paciencia, humildad, compasión,
sabiduría y amor universal. La inteligencia espiritual es conciencia de lo universal, conciencia de
la humanidad y fraternidad entre todos los seres, capacidad de maravillarse del kosmos, sentido
de lo místico, sensibilidad hacia todo lo numinoso, disponibilidad para escuchar y comprender a
los demás. La inteligencia espiritual es la última vía de conocimiento, es el conocimiento directo
del ojo del espíritu conociendo los significados últimos, la usamos para clarificar posibilidades
no realizadas, y para trascender el materialismo de la vida. La utilizamos para entender el su-
frimiento humano y ponerle fin. La utilizamos para contestar a las preguntas filosóficas básicas y
encontrar significado existencial y trascendental.
La inteligencia espiritual es el acceso y uso del sentido, visión y valores para pensar y to- mar decisiones responsables. Es la inteligencia que nos lleva a la totalidad, y nos da nuestra inte- gridad moral. Es el corazón de las inteligencias. La inteligencia del Ser profundo. La inteligencia transformadora que nos impulsa a la iluminación espiritual. Es la inteligencia que los budistas llaman “bodichita”, la inteligencia que nos permite intuir el camino espiritual y nos protege con- tra la degradación moral. Es la voluntad y la determinación interior para perseverar en el camino espiritual.
La inteligencia espiritual es la que nos permite ser felices. Es el poder para alcanzar y comprender la felicidad. Es la capacidad para conducir bien la propia vida, tomando el control y la responsabilidad de los pensamientos, sentimientos, acciones y valores, decidiendo la manera de responder a los eventos de la vida. La inteligencia espiritual es la capacidad de tener en ba- lance los propósitos materia-les y el desarrollo emocional, intelectual y espiritual de tal manera que podamos ser felices a pesar de las circunstancias no a causa de ellas. Generalmente creemos que son las circunstancias externas a nuestra vida las que deben traer la felicidad, así esperamos tener más dinero, ser más famosos o tener un carro más grande para ser felices. Esto es una ilu- sión porque nunca conduce a la verdadera felicidad. La inteligencia espiritual es la capacidad de ser feliz independientemente de las circunstancias, de si estas son favorables o desfavorables. La fuente de la felicidad viene de adentro, brota desde nuestra verdadera naturaleza, no depende de circunstancias externas. La inteligencia espiritual es el poder para ser felices a pesar de circun- stancias adversas, es el discernimiento de que no necesitamos ninguna circunstancia externa para ser felices.
La inteligencia espiritual es el acceso y uso del sentido, visión y valores para pensar y to- mar decisiones responsables. Es la inteligencia que nos lleva a la totalidad, y nos da nuestra inte- gridad moral. Es el corazón de las inteligencias. La inteligencia del Ser profundo. La inteligencia transformadora que nos impulsa a la iluminación espiritual. Es la inteligencia que los budistas llaman “bodichita”, la inteligencia que nos permite intuir el camino espiritual y nos protege con- tra la degradación moral. Es la voluntad y la determinación interior para perseverar en el camino espiritual.
La inteligencia espiritual es la que nos permite ser felices. Es el poder para alcanzar y comprender la felicidad. Es la capacidad para conducir bien la propia vida, tomando el control y la responsabilidad de los pensamientos, sentimientos, acciones y valores, decidiendo la manera de responder a los eventos de la vida. La inteligencia espiritual es la capacidad de tener en ba- lance los propósitos materia-les y el desarrollo emocional, intelectual y espiritual de tal manera que podamos ser felices a pesar de las circunstancias no a causa de ellas. Generalmente creemos que son las circunstancias externas a nuestra vida las que deben traer la felicidad, así esperamos tener más dinero, ser más famosos o tener un carro más grande para ser felices. Esto es una ilu- sión porque nunca conduce a la verdadera felicidad. La inteligencia espiritual es la capacidad de ser feliz independientemente de las circunstancias, de si estas son favorables o desfavorables. La fuente de la felicidad viene de adentro, brota desde nuestra verdadera naturaleza, no depende de circunstancias externas. La inteligencia espiritual es el poder para ser felices a pesar de circun- stancias adversas, es el discernimiento de que no necesitamos ninguna circunstancia externa para ser felices.
El concepto de inteligencia espiritual nos ha permitido también jerarquizar los
niveles de la inteligencia, no solo señalar, como lo hizo Howard Gardner, que existen dife-
rentes tipos de inteligencia, porque eso pone a todas las inteligencias en el mismo nivel. Si
bien es muy importante reconocer la pluralidad de inteligencias no es suficiente, debemos
también reconocer cuales son más incluyentes, cuales son superiores y cuales inferiores. La
inteligencia espiritual nos permite, entonces, construir tres niveles básicos de inteligencia.
La más básica es la inteligencia emocional, que está más relacionada con el cuerpo y es acerca
de sentir. El segundo nivel lo ocupa la inteligencia intelectual que está más relacionada con
el cerebro y es acerca de pensar. El tercer nivel lo ocupa la inteligencia espiritual y es acerca
de ser. La inteligencia espiritual, como nivel superior, incluye a las inteligencias emocional
e intelectual como partes constitutivas, pero ninguna de estas dos incluye a la inteligencia
espiritual.
Howard Gardner ha pluralizado la inteligencia señalando que la inteligencia no solo es una habilidad lógico–matemática sino que hay otras siete formas de inteligencia como la corporal, verbal, espacial, musical, interpersonal, intrapersonal y naturalista. Sin embargo, con el concepto de inteligencia espiritual estamos yendo más allá de las inteligen- cias múltiples, no las rechaza, en realidad las incluye porque son sumamente importantes, pero necesitamos dar un paso más allá de ellas. Gardner define la inteligencia como la ca- pacidad de solucionar problemas y crear productos que son valorados por una comunidad. Sin embargo, sigue fuera de un contexto espiritual esta definición. Un científico que trabaja para la guerra cumple con los criterios de Gardner. Un científico que trabaja para la guerra puede crear un producto como una bomba atómica y resolver el problema de matar en po- cos minutos a un millón de seres humanos, y esto puede ser valorado por la comunidad de científicos de guerra.
Howard Gardner ha pluralizado la inteligencia señalando que la inteligencia no solo es una habilidad lógico–matemática sino que hay otras siete formas de inteligencia como la corporal, verbal, espacial, musical, interpersonal, intrapersonal y naturalista. Sin embargo, con el concepto de inteligencia espiritual estamos yendo más allá de las inteligen- cias múltiples, no las rechaza, en realidad las incluye porque son sumamente importantes, pero necesitamos dar un paso más allá de ellas. Gardner define la inteligencia como la ca- pacidad de solucionar problemas y crear productos que son valorados por una comunidad. Sin embargo, sigue fuera de un contexto espiritual esta definición. Un científico que trabaja para la guerra cumple con los criterios de Gardner. Un científico que trabaja para la guerra puede crear un producto como una bomba atómica y resolver el problema de matar en po- cos minutos a un millón de seres humanos, y esto puede ser valorado por la comunidad de científicos de guerra.
La inteligencia espiritual es curativa, sanadora, es la única que puede curarnos defini-
tivamente, solo la inteligencia espiritual puede garantizar una vida feliz porque nos permite
actuar con sabiduría y compasión, manteniendo la ecuanimidad en relación a las circun-
stancias. Aunque es innata puede ser desarrollada, podemos descubrirla y evaluarla cualita-
tivamente. Es aquí donde entra la gran labor de la educación holista. A la luz de este nuevo
concepto, el objetivo de la educación holista es desarrollar en los estudiantes la inteligencia
espiritual, al hacerlo estaremos desarrollando todas las inteligencias de los niveles I y II.
Características de la Inteligencia Espiritual
• Capacidad de ser feliz a pesar de las circunstancia •Capacidad de paz interior y ecuanimidad •Capacidad de amor universal
•Capacidad de vivir para servir
•Capacidad de enfrentar y superar el sufrimiento •Capacidad de ser independiente y autónomo •Capacidad de resolver problemas de significados y valores •Capacidad de conducta ética
•Capacidad de centrarse en el “porque” de las cosas •Capacidad de discernimiento
•Capacidad de vivir en un contexto más amplio de significados •Capacidad de aprender a ser
• Capacidad de ser feliz a pesar de las circunstancia •Capacidad de paz interior y ecuanimidad •Capacidad de amor universal
•Capacidad de vivir para servir
•Capacidad de enfrentar y superar el sufrimiento •Capacidad de ser independiente y autónomo •Capacidad de resolver problemas de significados y valores •Capacidad de conducta ética
•Capacidad de centrarse en el “porque” de las cosas •Capacidad de discernimiento
•Capacidad de vivir en un contexto más amplio de significados •Capacidad de aprender a ser
El concepto de inteligencia espiritual abre una nueva etapa en el desarrollo de la edu-
cación holista. Una gran cantidad de investigadores han empezado a desarrollar e investigar
más sobre inteligencia espiritual, será un concepto clave en la educación del siglo XXI, porque
ahora se trata de desarrollar todas las inteligencias en el contexto de la inteligencia espiritual.
Este concepto no solo está revolucionando el campo de la investigación sobre inteligencias y el
campo de la educación, si no que también está impactando todas las demás áreas de la actividad
humana. Actualmente estamos empezando a escuchar como nunca antes de la espiritualidad
en los negocios, la espiritualidad en el trabajo, la espiritualidad en la política, espiritualidad y
ciencia, espiritualidad y creatividad, espiritualidad y sexualidad, etc. Me parece que esto sucede
porque hemos alcanzado un nivel de desarrollo que para continuar adelante requiere entrar en
el nivel más alto de la inteligencia humana, y este nivel es el espiritual, no existe nada más allá de
lo espiritual, esta es la fuente genuina de toda inspiración por ello todos los que quieran trabajar
en la frontera mas alta de su actividad deberán entrar al reino de la espiritualidad y desde allí
alimentar su campo de trabajo.
La inteligencia espiritual se puede desarrollar, porque es tanto un nivel como una línea de desarrollo. Esta tarea está a cargo de la educación holista, no parece haber otra propuesta educativa que lo asuma tan explícitamente. El desarrollo de la inteligencia espiritual requiere una práctica integral, el corazón de esta práctica por siempre ha sido, es y será la práctica medi- tativa, entendiendo esta en sentido amplio como la práctica de la atención plena, práctica del discernimiento silencioso, de la percatación de lo que es. Esto lleva al desarrollo de habilidades interiores, a estar confortable con las paradojas del kosmos, a sentir seguridad y fortaleza en que lograremos cambiar las cosas que impiden la autorrealización, etc. En educación holista debe- mos, entonces, poner énfasis en el desarrollo de habilidades de la vida interior, que nos permitan descartar conceptos superficiales de felicidad, equilibrar todas las dimensiones humanas haci- endo brillar el corazón espiritual de los estudiantes, para que puedan ser verdaderamente felices a pesar de las circunstancias no a causa de ellas. La inteligencia espiritual es pues, un proceso de discernimiento y experiencia individual a través del cual nos identificamos con los valores universales, y reconocemos que toda vida es sagrada, que todos los seres humanos son hermanos espirituales, que el amor es la naturaleza del kosmos, y que la verdad es finalmente una verdad espiritual.
La inteligencia espiritual es el nivel más alto de las inteligencias. Es lo que nos permite ser felices y superar el sufrimiento, revestir de sentido nuestra vida, salir fortalecido y con apren- dizajes de las etapas dolorosas de la vida, curar y sanar nuestras heridas psicológicas, emociona- les y existenciales. Conectar con nuestro verdadero ser más allá del ego narcisista. Vivir la vida con un sentido de servicio desinteresado por lo demás. Vivir contentos con lo que tenemos. Ser humildes y reconocer en todos los seres futuros budas. Ser libres y gozar de ello. Actuar con responsabilidad universal. Ser honestos y éticos en nuestras relaciones. Vivir las actividades cotidianas con sacralidad. Ser compasivos con todos los seres. El gran maestro sufi Inayat Khan ejemplificó con sus 10 pensamientos la sabiduría de la inteligencia espiritual.
La inteligencia espiritual se puede desarrollar, porque es tanto un nivel como una línea de desarrollo. Esta tarea está a cargo de la educación holista, no parece haber otra propuesta educativa que lo asuma tan explícitamente. El desarrollo de la inteligencia espiritual requiere una práctica integral, el corazón de esta práctica por siempre ha sido, es y será la práctica medi- tativa, entendiendo esta en sentido amplio como la práctica de la atención plena, práctica del discernimiento silencioso, de la percatación de lo que es. Esto lleva al desarrollo de habilidades interiores, a estar confortable con las paradojas del kosmos, a sentir seguridad y fortaleza en que lograremos cambiar las cosas que impiden la autorrealización, etc. En educación holista debe- mos, entonces, poner énfasis en el desarrollo de habilidades de la vida interior, que nos permitan descartar conceptos superficiales de felicidad, equilibrar todas las dimensiones humanas haci- endo brillar el corazón espiritual de los estudiantes, para que puedan ser verdaderamente felices a pesar de las circunstancias no a causa de ellas. La inteligencia espiritual es pues, un proceso de discernimiento y experiencia individual a través del cual nos identificamos con los valores universales, y reconocemos que toda vida es sagrada, que todos los seres humanos son hermanos espirituales, que el amor es la naturaleza del kosmos, y que la verdad es finalmente una verdad espiritual.
La inteligencia espiritual es el nivel más alto de las inteligencias. Es lo que nos permite ser felices y superar el sufrimiento, revestir de sentido nuestra vida, salir fortalecido y con apren- dizajes de las etapas dolorosas de la vida, curar y sanar nuestras heridas psicológicas, emociona- les y existenciales. Conectar con nuestro verdadero ser más allá del ego narcisista. Vivir la vida con un sentido de servicio desinteresado por lo demás. Vivir contentos con lo que tenemos. Ser humildes y reconocer en todos los seres futuros budas. Ser libres y gozar de ello. Actuar con responsabilidad universal. Ser honestos y éticos en nuestras relaciones. Vivir las actividades cotidianas con sacralidad. Ser compasivos con todos los seres. El gran maestro sufi Inayat Khan ejemplificó con sus 10 pensamientos la sabiduría de la inteligencia espiritual.
10 Pensamientos de la Sabiduría Sufi
-
Hay un sólo Dios, el Eterno, el Ser Único; nadie más existe excepto Dios.
-
Hay un solo Maestro, el Espíritu Guía de todos los espíritus, quien constan-
temente lleva a todos sus seguidores hacia la luz.
-
Hay un solo Libro Sagrado, el texto sagrado de la naturaleza, que verdadera-
mente ilumina a todos sus lectores.
-
Hay una sola Religión, el progreso firme en la dirección correcta hacia el
ideal, el cual reviste de propósito la vida de cada ser humano.
-
Hay una sola Ley, la ley de la Reciprocidad, la cual puede ser observada a
través de una conciencia desapegada con un sentido de justicia consciente.
-
Hay una sola Fraternidad Universal, la Fraternidad de hombres y mujeres
la cual une a todos los seres de la tierra, sin discriminación, en la Bondad de
Dios.
-
Hay un solo principio Moral, el amor que emana desde la interioridad y
florece en actos de compasión.
-
Hay un solo Objeto de Oración, la belleza que inspira el corazón de los de-
votos a través de todos los aspectos de lo manifiesto y lo inmanifiesto.
-
Hay una sola Verdad, la verdad del conocimiento de nuestro ser interior y
exterior el cual es la esencia de toda sabiduría.
-
Hay un solo Camino, el aniquilamiento del falso ego en lo real, lo cual con-
duce a lo inmortal, donde reside toda perfección.
*Dr. Ramón Gallegos Nava
Presidente-Fundador
Fundación Internacional para la Educación Holista
Coordinador de la Maestría en Educación Holista y el Doctorado en Educación Holista Premio Internacional “Book of the Year 2001” en USA
Este artículo puede ser citado con la siguiente referencia:
Dr. Ramón Gallegos Nava, (2005) “Educación y Espiritualidad. La educación como práctica espiritual”.